Alejandra Zinni: “Hay cada vez más jornadas en las que, directamente, no hay casos positivos”
Diálogo con la directora del Departamento de Ciencia y Tecnología, sobre la actualidad del procesamiento de muestras y el modo en que el avance de la vacunación mejoró el panorama epidemiológico en Argentina.
Gracias al ritmo que adquirió la campaña de vacunación, se observan efectos benéficos que comienzan a palparse en todos los sentidos. Disminuye la transmisión viral y, como resultado, se comunican buenas noticias: por un lado, se reducen las hospitalizaciones y muchas instituciones sanitarias evidencian una ocupación muy similar a la época prepandemia; al tiempo que los laboratorios que procesan muestras experimentan jornadas con cero casos positivos. Es el caso de la Plataforma de Servicios Biotecnológicos (PSB) de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Alejandra Zinni, directora del Departamento de Ciencia y Tecnología y referente a cargo del proceso, describe cómo se transformaron sus rutinas laborales y se anima a vislumbrar un horizonte mejor.
–Desde la PSB, ¿perciben los impactos positivos que ya comienza a evidenciar la campaña de vacunación?
-Durante toda la pandemia me caractericé por ser pesimista, pero en verdad éramos realistas: estábamos complicados en serio. Desde hace varias semanas estamos muy confiados y todo el mundo se sorprende. Creemos que se vienen tiempos mejores, tenemos muy buenas expectativas. Además, el foco no solo debe concentrarse en los contagios, sino en la cantidad de personas que terminan hospitalizadas y que luego fallecen, eso es lo que hay controlar y, por el momento, todos los indicadores son positivos.
–Es muy claro: durante la pandemia, los científicos y científicas funcionaron como termómetros de la situación. Que en el presente adviertan otra realidad y divisen un futuro mejor no deja de ser un signo positivo.
-Hay un dato que es emblemático y por demás ilustrativo. En nuestro laboratorio de diagnóstico, hace cinco meses (allá por comienzos de abril) experimentamos el pico de muestras recibidas, con unas 700; mientras que el jueves pasado, por ejemplo, solo recibimos cuatro. Así que imagínate la diferencia. No solo eso, desde hace varias semanas notamos un descenso muy sostenido en la positividad: hay cada vez más jornadas en las que, directamente, no hay casos positivos.
–La positividad disminuyó muchísimo a nivel país. Argentina ha llegado a estar en un 65 por ciento como promedio general. Es decir, de las muestras procesadas, más de la mitad correspondían a casos covid…
-Eso es muy importante de destacar. En lo que es determinación por PCR, hemos tenido muchas jornadas con cero positividad. Lo repito porque constituye todo un síntoma, porque a veces nos parece increíble a nosotros mismos, porque estamos viviendo una situación epidemiológica muy favorable, porque estamos aliviados. En la UNQ, nuestro porcentaje histórico de positividad, sostenido durante toda la pandemia, estuvo por encima del 50 por ciento también. Era altísimo.
–Y en relación a las rutinas de trabajo, ¿cómo se modificaron?
-Volvimos a sonreír. A diferencia del trabajo durante el año pasado en que todo era más artesanal, este 2021 fue distinto. Gracias a un esfuerzo nacional impresionante, nuestro laboratorio accedió a subsidios muy importantes, que nos permitieron equiparnos con tecnología de nivel. Hoy contamos con dos PCR de última tecnología, dos robots para el procesamiento de muestras y un buffer de extracción, que nos permitió ser más eficaces en las rutinas diarias. La segunda ola nos encontró mucho mejor preparados, desde lo instrumental y con un aprendizaje muy fuerte. Si el año pasado los resultados los entregábamos a los tres o cuatro días, hoy se notifican a las 24 horas.
–Algún aprendizaje dejó la pandemia…
-Sí, pienso que las capacidades instaladas desde los recursos humanos y el personal científico-tecnológico, servirán para abordar otras problemáticas desde un lugar de mayor conocimiento. Me refiero a otros virus y enfermedades de importancia. Algo muy valioso es que los científicos y científicas aprendimos a trabajar de otra manera, con espíritu colaborativo, en forma más abierta con distintos actores sociales. Interlocutores con los cuales no estábamos acostumbrados a dialogar; me refiero a la articulación con los gobiernos provinciales y municipales, con el sector de la salud. Empujados por la presión de tener que brindar resultados, la pandemia nos marcó otros tiempos. Y pienso que respondimos muy bien.
–Qué lindo un mensaje de esperanza, pero hay que estar alertas: la pandemia no terminó y las nuevas variantes pueden propagarse con velocidad. Lo último, ¿qué sentimiento no le gustaría volver a experimentar?
-El miedo, ese que se siente en la panza, el que se vincula con no saber a lo que nos enfrentamos, a lo que puede pasar. Al comienzo, en 2020, ese temor se pudo superar porque hubo una comunión de personas que se pusieron a laburar, un verdadero equipo: cuando uno decaía, el otro sostenía. El primer test que nos dio positivo sentimos un miedo a la muerte horrible. El temor más visceral y primitivo. Eso no quiero que vuelva más, no lo había sentido en la vida.