Día del periodista: ¿qué desafíos enfrenta la profesión?

*Por Pablo Morosi.

 

El periodismo atraviesa un verdadero tembladeral. Como nunca antes, las agencias (empresas, gobiernos, ONGs) dedicadas a difundir información viven una etapa de enorme transformación, impulsadas por los acelerados cambios tecnológicos que han alterado tanto los hábitos de consumo como buena parte de los contenidos de los medios de comunicación, así como también las formas de producción de las noticias.

Esto que ocurre a nivel planetario se conjuga, en Argentina, con la particularidad de una legislación cercenada e incumplida pero, sobre todo, insuficiente para abarcar la dimensión revolucionaria de los cambios.
Por imperio de la era digital asistimos a la instauración de un ciclo informativo que se ha vuelto continuo, y que se complementa con la profundización del proceso —que no es nuevo— de concentración de medios.

La masificación en el uso de las redes sociales vino a constituir un sendero de segmentación de audiencias, al tiempo que permitió una experiencia más personal entre el público y los periodistas, y abrió espacio para nuevas figuras generadoras —o líderes— de información (léase opinión). En estos días el consumo de noticias está cada vez menos asociado con la adhesión a un medio informativo determinado. En cambio, se produce el seguimiento a ciertos referentes que generan confianza en el usuario y a los que se presta atención como formadores de agenda y faros que iluminan ciertos segmentos de discurso público. Es un proceso desordenado, caótico, que —es de esperar— reubicará a la larga a los actores y redefinirá el grado de efectividad y alcance de sus posteos.

La generalización del uso de Internet por amplios sectores de la población, a través de diversos dispositivos de acceso, ha consolidado una idea de gratuidad de la información. El inconveniente es que este concepto está terminando de derribar el esquema original de comercialización y sostenimiento de los medios comerciales tradicionales. Además, repercute de manera directa en la dificultad del sistema de convergencia digital para la elaboración de la ecuación financiera del negocio, cuyos mejores resultados siguen —aunque parezca paradójico— afincados en la prensa de papel.

La sensación de horizontalidad en la circulación de la palabra en las redes y una mayor interacción de usuarios con portales informativos, si bien implica una cada vez mayor y saludable atención sobre la demanda de materiales y enfoques buscados por parte de las usinas generadoras de noticias, no significa que los medios masivos hayan resignado —ni tengan por qué hacerlo— su rol de constructores profesionales de una agenda informativa, rigurosa, plural y diversificada.

En ese sentido, es necesario seguir bregando por la reconstitución de una nueva matriz para el sistema de medios que apunte a garantizar una oferta ampliada que actúe como contrapeso frente a los hegemonismos empresariales o gubernamentales.

En el panorama descrito, el periodismo enfrenta desafíos urgentes. La mayor circulación de mensajes con opiniones e información (que no siempre resulta fidedigna) le otorga a los profesionales de la comunicación la enorme responsabilidad de constituirse en el salvoconducto de la sociedad frente a la falsedad y las operaciones de persuasión y tergiversación de los hechos. Un faro que alumbre los sitios más seguros donde las audiencias puedan abrevar para estar mejor informadas.

Esto requiere de periodistas y comunicadores con alta preparación, especialmente en lo que hace a su actitud ética para dar cumplimiento al precepto constitucional que erige a la información como uno de los derechos ciudadanos de relevancia. Tal responsabilidad redobla el compromiso de la universidad de formar profesionales a la altura de la hora.

Asimismo, desde el punto de vista académico, es preciso trabajar sobre el análisis de este escenario —en constante mutación— y sus derivaciones, para adecuar los materiales de estudio a las nuevas realidades. Menuda tarea para pensar en una mejor democracia para tiempos por venir.

Texto: Pablo Morosi, periodista y docente de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ)
Producción: Programa de comunicación pública de la ciencia “La ciencia por otros medios”

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