La construcción del medio(ambiente): cuando la agenda es catastrófica
*Por Ayelen Dichdji
Los debates públicos que se plantean en los medios de comunicación en Argentina sobre cuestiones ambientales y conflictos socioambientales suelen evitar, por lo menos, dos esferas: las raíces económicas del conflicto y los intereses políticos que se encuentran imbricados en cada problema ambiental.
En este aspecto, es común encontrar coberturas mediáticas sobre celebraciones organizadas por movimientos ambientalistas, campañas de reciclaje, actividades propuestas por ONG “verdes”. Sin embargo, cuando se trata de acontecimientos de riesgo, el acento frecuentemente se encuentra en las inclemencias del tiempo, los desastres, amenazas y catástrofes “naturales”, entre otros términos comúnmente utilizados. Es decir que existe una deformación en la manera de entender y presentar los conflictos ambientales.
En consecuencia, nosotros como ciudadanos nos acostumbramos a identificar fenómenos catastróficos y no a entenderlos. En principio, porque esas calificaciones suponen invertir la responsabilidad del hecho ocurrido a “fuerzas naturales” o “sobrenaturales” que atentan irremediablemente en contra del ser humano. Otra malinterpretación de los fenómenos ambientales consiste en atribuir la carga negativa sobre la naturaleza, considerando su “acción maléfica” por encima de otras causas, como las condiciones políticas y los intereses económicos que se esconden detrás de estos acontecimientos.
En muchos casos, estas representaciones son reforzadas y difundidas por los medios de comunicación. Política, economía, naturaleza, democracia, ciudadanía y comunicación lejos de ser esferas disociadas entre sí, están estrechamente vinculadas. Así, los medios tienen una función primordial en la construcción de imágenes y discursos sobre los problemas ambientales.
Por momentos se ha llegado a creer que en nuestro país no existieron políticas ambientales, siendo este un postulado erróneo. Por el contrario, las políticas ambientales se perfilaron de acuerdo al momento histórico particular del país, atravesando gobiernos democráticos y de facto. Esto nos permite pensar, entonces, que Argentina -con mayor o menor éxito- intentó construir una cultura ambiental conforme a la estructura política y económica vigente, y a los modos de participación de los actores sociales y de la ciudadanía.
Si los medios se constituyen como una referencia inexorable en el establecimiento de la agenda pública, donde los ciudadanos toman sus decisiones -políticas, económicas y ambientales- con base en la información que les proporcionan, entonces no resulta menor el comportamiento de estos en la creación de una conciencia ambiental.
En el caso particular de Argentina, los temas ambientales han ocupado un espacio reducido en la agenda mediática. Son escasos los medios que cuentan con especialistas sobre el tema, lo que denota una simplificación de la complejidad que acarrean estos problemas en su tratamiento. Es decir que los medios cuentan con una gran responsabilidad social al seleccionar qué transmitir y cómo hacerlo.
En este aspecto, entra en juego la percepción social de los problemas ambientales que los medios atienden: al grado de consideración que adquieren los problemas ambientales para la sociedad; las actitudes determinadas que toman los ciudadanos en virtud de la información que tienen sobre las cuestiones ambientales; y cómo los individuos conectan la protección del medio ambiente con otros valores. Los tres ejes se deben tener en cuenta en el momento de desarrollar un análisis sobre problemas o conflictos ambientales, más aun cuando se estudia de qué forma estos fueron abordados por los medios.
En consecuencia, estas manifestaciones estarán en mayor o menor medida presentes en cada sociedad de acuerdo con el grado de información al que esté expuesto, a la presencia del tema en la prensa, a la incidencia directa o indirecta que tenga en la vida cotidiana de los ciudadanos, al grado de incertidumbre, entre otros factores a tener en cuenta. Indudablemente tanto las emergencias, los desastres, los problemas y conflictos ambientales son novedosas y, por lo tanto, deben ocupar un espacio en los medios. Puesto que estos poseen una responsabilidad de informar con seriedad, de forma ética y científica con el fin de trascender la sensación de alarma y con profundidad teniendo en cuenta el contexto junto con los antecedentes de cada caso particular, sin eludir las obligaciones que cada actor social presente posea.
Texto: Ayelen Dichdji, doctora en Ciencias Sociales y Humanas (UNQ) y becaria doctoral Conicet en el Centro de Estudios de la Argentina Rural (UNQ)
Producción: Programa de comunicación pública de la ciencia “La ciencia por otros medios”