En 2019, la UNQ estrenará un nuevo bioterio
Científicos y arquitectos –del área de Hábitat– están involucrados en el diseño y la construcción de un nuevo bioterio: serán 657 m2 destinados a alojar aquellos animales utilizados para experimentación. Se trata de una edificación que, en esta línea, debe adquirir características particulares que se adapten a las certificaciones nacionales e internacionales del caso. Las nuevas instalaciones serán de utilidad tanto para los trabajos de investigación que realizan los científicos de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), así como también para prestar servicios a terceros.
Los aportes provienen de los esfuerzos presupuestarios de la Universidad (poco más de ocho millones de pesos), la contribución del Sistema Nacional de Bioterios y del FIN-SET (Financiamiento de proyectos de fortalecimiento de las capacidades para la prestación de Servicios Tecnológicos), un instrumento cofinanciado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Como el bioterio actual no era funcional será reemplazado por uno que permitirá regular los ciclos de luz y oscuridad de manera más estricta; controlar la temperatura, la humedad y la presión atmosférica (de manera que el aire donde se hallan los animales siempre esté purificado); y contar con la presencia de áreas restringidas (aptas para el desarrollo de estudios en bioseguridad, esto es, ensayos con patógenos sin poner en riesgo a la comunidad).
“En el bioterio nuevo habrá pequeños mamíferos, como ratas, ratones y hámsteres. También funcionará el acuario –que hoy está en un espacio separado– donde se alojarán los peces cebra. También prevemos la inclusión de algas y otros organismos acuáticos, como microcrustáceos”, anuncia Prieto.
Los roedores y los peces son animales que funcionan como modelos de experimentación, en la medida en que sus comportamientos representan y ayudan a proyectar, a nivel molecular, la eficacia de las pruebas preclínicas. No obstante, como dicen los especialistas, la realidad no es una imagen congelada ni mucho menos: “la dinámica de modelos se modifica de manera continua, por el simple hecho de que las preguntas de los científicos se transforman de acuerdo a los contextos. Lo que en un momento es útil puede no serlo en el futuro”, apunta Chiesa.
Tabú en el laboratorio
“En la UNQ, al momento de experimentar intentamos cumplir con el principio de las 3R”, señala Prieto. ¿Qué implica este principio? Básicamente, consiste en el fomento de los procesos de Reemplazo (métodos que ayuden a evitar o reemplazar el uso de animales), Reducción (métodos que ayuden a reducir el número) y Refinamiento (métodos que ayuden a mejorar los procedimientos). Desde este punto de vista, se reflexiona, entre otras cosas, acerca de cómo será el cuidado.
Como no existen normas que legislen sobre el buen comportamiento de los investigadores en el bioterio; es fundamental el establecimiento de pautas internas que supervisen este tipo de fenómenos. En la UNQ existe una comisión encargada de evaluar y actualizar los protocolos vinculados al empleo de animales. “Se regula, por ejemplo, la muestra que utilizarán, la explicitación de los fines que persiguen esos ensayos y que las técnicas vayan en consonancia con el marco internacional”, plantea Prieto.
En este escenario, con un nuevo bioterio, la Universidad podrá incrementar el personal capacitado y dedicado en exclusiva a exprimir el jugo de las instalaciones. Tanto Prieto como Chiesa forman parte de la Comisión de Bioterio de la UNQ y, desde aquí, cuentan con la expertise suficiente para formar a los recursos técnicos que estarán disponibles para las tareas. De hecho,“uno de los principales objetivos del proyecto a mediano plazo es la generación de puestos calificados para la producción de animales. Esto constituye una novedad, ya que la mayor parte de los laboratorios argentinos importan del extranjero los modelos que necesitan para avanzar en sus trabajos”, concluye Chiesa.