“El principal problema de la ciencia en Argentina es político”
La campaña presidencial que se dirimió el pasado 27 de octubre estuvo acompañada por el debate sobre el futuro de la ciencia argentina. En parte por la esperanza puesta en ella para que el país salga del estancamiento y la pobreza, en parte porque la ciencia está trancada y pobre también. Uno de los primeros enviones para discutir el futuro científico nacional lo dio, a mediados de septiembre, la Red Argentina de Periodismo Científico (RADPC) en un encuentro realizado en la Cámara de Diputados, en el que participaron Ana Franchi, investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnica (CONICET); Fernando Peirano, docente investigador de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ); Erica Hynes, ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Santa Fe; y el actual subsecretario de Planeamiento y Políticas en Ciencia, Tecnología e Innovación, Jorge Aguado.
Esta reunión original -reeditada luego en otros espacios y con distintos portavoces a lo largo de la campaña- estuvo marcada por denuncias cruzadas y versiones contradictorias sobre las cifras presupuestarias asignadas, durante la última gestión, al sector científico tecnológico nacional. Al crecimiento del 210% del sector defendido por Aguado, Franchi opuso la caída de más del 40% en el poder adquisitivo de los sueldos de los científicos, el descenso de becas, el estancamiento de proyectos y el deterioro de la infraestructura.
Al avanzar -y acalorarse el debate- la balanza de voces y datos se desequilibró en favor de desnudar la gravedad del caso. Erica Hynes sopesó la especulación financiera y el sector primario que define la ciencia argentina actual. También señaló la minoritaria participación regional al indicar que “en América Latina se invierte un 3% del total en el mundo”. La ministra santafesina sostuvo además que “el principal problema que tiene la ciencia en Argentina es político”, y remarcó la necesidad de articular políticas explícitas, como el presupuesto, las leyes y reglamentos, e implícitas que vinculen los avances científicos a la actividad económica.
Otros aspectos discutidos rondaron la necesidad de modernizar el sistema de evaluación de la investigación científica que, según Peirano, “prioriza la cantidad de papers publicados sobre la calidad de los mismos”. La federalización del sistema y la expectativa de un gobierno que vuelva a creer en los científicos recibieron menciones. Y también ingresó en la agenda la perspectiva de género cuando Franchi y Hynes remarcaron que en el sector no faltan mujeres, sino que se necesita que ocupen los lugares en los que se decide.
La voluntad popular se expresó y eligió su destino el domingo pasado. Es una oportunidad para que debates como los iniciados en campaña no cesen sino crezcan y se vuelvan rutina. También para que naturalicemos la idea de que el problema y la solución de la ciencia argentina son políticos. Que empiece la cruzada.
Por María Isabel Arenas Vadillo y Micaela Ballesta, texto elaborado en el marco del Taller de Comunicación de la Ciencia de la Licenciatura en Comunicación Social.