Sonría, lo estamos filmando

Aunque la carrera de Ingeniería en Automatización y Control Industrial (IACI) pueda, ante la vista de algún desprevenido, englobar un conjunto de actividades que sugieren la aplicación de conocimientos novedosos, originales y por ello contemporáneos, la propia historia circula con rebeldía y se construye como prueba fehaciente que indica lo contrario. “La automatización se inicia con la Revolución Industrial en Europa, cuando se reemplaza la fuerza humana por la máquina a vapor. Luego, se consolida en el siglo XX con la aplicación de mecanismos automáticos”, afirma Félix Safar, director de IACI.

Ya en el siglo XXI, en un escenario caracterizado por una generosa disponibilidad electrónica, el campo de la visión artificial se ubica como un área pujante que despierta el interés de docentes investigadores de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Como su propio director señala, “la visión artificial engloba un conjunto de técnicas que, a partir de cámaras y sensores, capturan el ambiente para procesar información. El objetivo es reconocer los objetos y sus características de forma automática”. Las bondades de las cámaras y las nuevas tecnologías asociadas a ellas permiten observar en detalle, por ejemplo, el flujo vehicular en las autopistas y controlar las avenidas en Argentina: “nos interesa medir a qué velocidad marchan los automóviles, cómo afectan los embotellamientos y el seguimiento de trayectorias anómalas que pueden desencadenar accidentes. Trabajamos en la confección de estadísticas durante el último bienio”, apunta Damián Oliva, docente investigador de IACI.

En este marco, una de las últimas joyas en el terreno de la visión artificial lo constituye el lente denominado “ojo de pez”. Se trata de una cámara que amplía el espectro y permite una visión de 180° que se proyecta en múltiples direcciones. Una tecnología novedosa que comienza a ser utilizada en el país para monitorear intersecciones en rotondas y  confluencias de bocacalles. Sus ventajas en el campo de la videovigilancia parecen habilitar múltiples aplicaciones. “Solo con una cámara se obtiene la visión de un hemisferio completo. Supera a las tradicionales, que tienen un alcance mucho menor de todo el paisaje (60°)”, describe Safar. En esta línea “cuando se realiza un seguimiento de un automóvil o bien de una persona, facilita mucho la tarea ya que no se pierde el registro del objeto que se sigue y se elimina la necesidad de pasar de una cámara a la siguiente”, ejemplifica Oliva. Sin embargo, no todas las noticias son positivas. Existen fragmentos de las imágenes que se observan deformadas, y de ahí, el valor del trabajo de los especialistas. “En ello estamos trabajando: intentamos afinar la calidad y corregir distorsiones”, porque “sucede algo similar a cuando uno se observa en una pava de acero inoxidable y la imagen se deforma”, ilustra Safar.

El valor indiscutible de ser humano
Un contexto tan tecnologizado como el actual funciona como excusa perfecta para reactualizar temáticas como la inteligencia artificial y la presencia in crescendo de sistemas robotizados en las escenas laborales. Un debate que, décadas atrás, se asumía como parte de la ciencia ficción emerge con impulso propio y se constituye como un interrogante latente que nunca se extingue lo suficiente como para ser olvidado.

Frente a ello, Oliva desenchufa las alarmas y construye una perspectiva desmitificadora con el objeto de reconciliar, una vez más, las características irremplazables de “lo humano” y las virtudes complementarias de los robots. “Nunca una máquina podrá suplantar totalmente a una persona. El hombre posee capacidades para el procesamiento de imágenes que las computadoras no han desarrollado”. Y completa, “solo un operario -y no una máquina- podrá identificar, por ejemplo, si un individuo exhibido en una pantalla ejecutará un movimiento riesgoso o si realizará un acto anormal”.
En esta línea, la idea rectora será el diseño de sistemas que complementen y no suplementen el trabajo de las personas: “buscamos generar tecnologías y software que les simplifiquen las tareas a los operarios. El objetivo es que se ajuste más el campo de visión, es decir, que no tengan la necesidad de observar mil pantallas en simultáneo sino que sean asistidos”, concluye Safar.

 

:: Grupo de trabajo

Félix Safar: docente investigador (IACI-UNQ)
Damián Oliva: docente investigador (IACI-UNQ-Conicet)
Sebastián Arroyo: Estudiante de posgrado (IACI-Conicet)
Agustín Yabo: Egresado IACI-UNQ
Damián Stanganelli: Egresado IACI-UNQ
Lilian García: Estudiante IACI-UNQ
Ulises Bussi: Estudiante de posgrado (IACI-CIC)

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