Pokémon: la ciencia evoluciona en las aulas

¿Alguna vez pensó que la serie televisiva japonesa colaboraría en la educación de los más pequeños? ¿Imaginó que los Pokémon podrían funcionar como herramientas formidables para estudiar energías, materia, reacciones químicas y evolucionismo? Un nuevo modo de explicar las ciencias naturales nace en el aula y Damián Lampert cuenta todos los detalles acerca de “Ciencias Pokenaturales”, el libro que ya está listo y hará su presentación en 2017.

“Cuando arrancamos, necesitábamos nuevas maneras de enseñar conceptos científicos desde una perspectiva que vinculara la producción de conocimiento con la sociedad. El objetivo, desde siempre, fue desarrollar el pensamiento crítico de los estudiantes para no caer en las repeticiones y en los modos de enseñanza más tradicionales”, señala Lampert, Técnico Laboratorista, profesor y estudiante de Ingeniería en Alimentos en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Participa del Proyecto de Enseñanza de las Ciencias que coordina Silvia Porro en la UNQ y, pese a sus 24 años, tiene la seguridad de un divulgador experimentado.

En las aulas, la situación se repite: el aburrimiento es un factor fundamental, una variable determinante que es indispensable combatir y erradicar. Y la pregunta que surge es clave: ¿se puede dar clases de un modo diferente? ¿Es posible modificar las metodologías tradicionales? “Con el libro intentamos explicar los temas vacantes del diseño curricular, a partir de las analogías o las críticas al mundo Pokémon. Tratamos de analizar la serie desde una perspectiva científica que permita desarrollar explicaciones que funcionen en los colegios”, apunta Lampert.

Tras la realización de un relevamiento de los libros de física escolares observaron que el concepto de energía era equívoco o estaba incompleto. “En general, se confunden las formas y las fuentes de energía. Con ‘Ciencias Pokenaturales’ logramos ilustrar mejor algunos procesos: con Charmander se puede explicar la energía química a partir de la combustión del mismo modo que el popular Pikachu permite explicar la electricidad y sus efectos”.

Lampert escribió el libro junto a Juan Martín Ayosa, también estudiante de Ingeniería en Alimentos que se incorporó al equipo de investigación en 2015. Ambos buscaron explicar leyes y teorías científicas a partir de un estilo amable, que capte la atención de los alumnos. Y eligieron hacerlo interpelándolos a través de sus gustos personales, porque -para ser sinceros y aunque muchos quieran desmarcarse de esta afirmación- no existe un solo adolescente en Argentina que no conozca y haya disfrutado de la serie japonesa.

Un libro que exhiba un abordaje original en el aprendizaje de las ciencias representa una idea muy atractiva. Y si, además, el material incluye contenidos tan estimulantes para sus lectores, la apuesta se redobla. “Que un Pokémon expulse fuego por la boca nos sirve para poder explicar la combustión, del mismo modo que su evolución en diferentes estadios nos resulta súper útil para describir teorías como las de Darwin y Lamarck. Los chicos ven incluso procedimientos en la serie: comprenden que Ash tenga que agarrar a Pikachu con guantes para evitar las descargas eléctricas”.

En definitiva, se trata de buscar estrategias para hablar un poco más sobre ciencia. Como los escenarios cambian, también los actores deben actualizar sus libretos. De lo contrario, la obra jamás se concreta. Lampert y Ayosa extienden esta adaptación a los tiempos que corren a diversos ámbitos. Por un lado, brindan talleres en instituciones secundarias de Quilmes, y cada presentación les sirve para avanzar un paso más en su propósito: despertar la curiosidad y fomentar en los estudiantes un pensamiento independiente. “Cuando llegamos a las aulas y contamos sobre lo que vamos a hablar, nos miran raro. Pero luego, los chicos comprueban que, por intermedio de los Pokémon, saben más de lo que creían acerca del mundo que los rodea. En general, la mayoría de los aportes que nosotros concentramos en el libro y en nuestro material didáctico son producto del aporte de los alumnos”, describe Lampert.

Además, ambos capacitan a docentes en la realización de prácticas de laboratorio. Mediante el proyecto denominado “Laboratorios a la obra” buscan colaborar en la construcción de un proceso de aprendizaje diferente, que contemple los saberes y los aportes que los propios alumnos generan. “Si bien en la actualidad hay muchos profesores que se interesan en las iniciativas y pretenden innovar en las clases, también encontramos resistencia. Es muy difícil sacarlos de la estructura y de los moldes tradicionales”, indica Lampert. Y luego concluye: “explicar la ciencia a partir de un Pokémon implica un esfuerzo por partida doble, es salirse de lo convencional.  Pero estamos dispuestos a hacer el intento”.

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