Una investigación para escuchar la ciencia

“La percepción sonora tiene que ver con las estrategias que planea el cerebro y el sistema auditivo para extraer información útil a partir del sonido. No es pasiva ni estática, sino que tiene que ver con una construcción social”, afirma el docente Manuel Eguía, que investiga las interfaces entre su disciplina, la física, respecto a un arte como la música. Cruces que exprimen al máximo la capacidad creativa de los científicos y que cuestionan las segmentaciones disciplinarias con un objetivo: integrar campos que a priori parecían divorciados. Porque cuando las barreras se caen, el sonido del conocimiento se escucha mejor. Acerca de ello, Manuel Eguía, docente investigador de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), es especialista y en esta ocasión comparte algunas de todas las ideas que desbordan el Programa de Investigación “Perspectiva Acústica”, que también coordina.

 

-¿Por qué a un físico como a usted le interesan temáticas como la percepción sonora?
-Me acerqué a la música y al sonido, en parte por interés personal y también porque me atraía mucho todo lo vinculado a las neurociencias y a la percepción. De modo que cuando llegué a la UNQ, me enteré que había personas -como Oscar Pablo Di Liscia- que realizaban investigaciones muy interesantes en música e intenté acoplarme.

-La acústica es un espacio común que comparten la física y el sonido…
-Sí, claro. Existen un montón de interfaces que vinculan al dominio de una ciencia más tradicional como la física, sus métodos (trabajar en un laboratorio), técnicas (instrumentos de medida) y medios de validación (publicación de papers), con el ámbito artístico. Aquí, también, hay un espacio de nuevas preguntas e ideas que interrogan muchos asuntos que tienen que ver con la ciencia.

-Incluso, el perfil de los docentes y de los graduados de las carreras de música que aquí se imparten tejen un vínculo muy estrecho con la experimentación y el uso de nuevas tecnologías.
-Correcto. Se trata de un ambiente muy permeable al desarrollo de este tipo de interacciones entre ciencia-arte, música-tecnología. En este sentido, tenemos personas que trabajan con temas como la percepción espacial del sonido, es decir, con los modos en que organizamos el espacio sonoro. A diferencia otros sentidos como la visión, donde el ser humano tiene muy claro el mapa mental y las ubicaciones geográficas de los puntos, con los sonidos la situación siempre se torna más complicada. Desde aquí, contamos con investigaciones que recuperan el interés por la estructura biológica del sistema auditivo, en relación a las estrategias que desarrollan los compositores y el arte sonoro.

-Desde esta perspectiva, ¿cree que los seres humanos han desarrollado al máximo el sentido de la audición?
-Pienso que en términos culturales se trata de un sentido que se encuentra un poco relegado, por ejemplo, en relación a la visión. Ahora bien, es interesante saber que el oído es muy aguzado en todos los mamíferos, tanto que se encuentran al límite de lo realizable biológicamente. El sonido más sutil que alcanzamos a percibir es tal que si tuviéramos oídos más sensibles estaríamos escuchando la colisión de las moléculas de aire.

-Entonces se trata de un mecanismo que puede explicarse a partir de la comprensión del proceso evolutivo…
-Tiene que ver con un mecanismo efectuado en microsegundos, muy vinculado a mecanismos cerebrales y pulsos eléctricos. Toda esa maquinaria perfecta tiene una razón fundamental que explica de qué manera se trata de un sentido vital para la sobrevivencia. Funciona las 24 horas los 365 días del año, ya que su actividad se mantiene tanto cuando estamos despiertos como cuando dormimos y no requiere de condiciones como la luz para poder funcionar. Sin ir más lejos, la presa que descubre primero de dónde viene el predador es la que consigue escapar.

-¿Qué ocurre en el cerebro cuando las personas escuchan un sonido pero no saben de dónde proviene?
-Existen muchos casos en que el oído capta un sonido, pero no tenemos referencia visual. Ello constituye un buen ejemplo para demostrar que, algunas veces, es más poderoso que la visión. Cuantas más barreras tenga que atravesar el sonido en su propagación por el aire, la identificación de las fuentes será más complicada. En la actualidad se utilizan sistemas de micrófonos y procesadores para constituir un sistema complejo y sofisticado que apunta a ganar precisión en la localización de los sonidos.

-Si los individuos han desarrollado el oído casi al límite de sus posibilidades, ¿puede entrenarse la capacidad de oír?
-Eso depende puntualmente de qué te interese entrenar. Como en todos los casos, hay aspectos que pueden mejorarse, pero en general existen barreras biológicas infranqueables. Por arriba de 22 mil ciclos por segundo nadie puede escuchar, porque tiene que ver con la cantidad de células (3 mil) que tenemos en el oído y el modo en que está constituido. A diferencia de otros mamíferos, no escuchamos ultrasonido y, como si fuera poco, es un sentido que se va perdiendo conforme transcurre la vida.

-¿De qué se trata su trabajo actual sobre “metamateriales”?
-Es la aplicación de metamateriales para el control sonoro, para el desarrollo de nuevas técnicas de composición en la música. Cuando el sonido se emite mediante un parlante, pone en vibración las moléculas de aire mientras se propaga y llega a un micrófono o bien a un oído que lo recibe. Durante mucho tiempo, el énfasis estuvo colocado en el sonido que se emite y recibe. Por ello, en lo que trabajamos es justamente en lo que ocurre en el medio del proceso.

-De modo que los metamateriales permiten estudiar el proceso de propagación del sonido…
-Sí, son materiales de formas variadas (en general geométricas). Pueden constituir sistemas  mediante una colección de columnas ubicadas en forma regular o irregular, o bien a partir de placas perforadas. Una vez ubicados, tienen la capacidad de hacer que ciertos sonidos pasen de manera más reforzada por una lente, que otros se desvíen según ángulos caprichosos, que algunos vayan hacia atrás, otros se dirijan hacia arriba. Todo se puede controlar modelando la disponibilidad geométrica. Se producen efectos que tienen que ver con “cortar en pedacitos” el sonido para volverlo a rearmar con herramientas acústicas. Ilusiones auditivas modificadas por el cristal sónico: utilizamos tubos de PVC, madera y metal. Ni más ni menos que ello: física aplicada al campo de la percepción sonora.

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