CYBERSYN, UNA UTOPÍA SOCIALISTA QUE ACARICIÓ LA REALIDAD

Paredes de madera que crecen en forma hexagonal, pantallas que cuelgan, suelo gris oscuro y, en el centro de la sala, siete sillas en círculo. Este fue el corazón de cybersyn, un proyecto que muchos consideran el antecesor de Internet en su versión socialista. También es una de las historias que cuenta Radio Ambulante (https://radioambulante.org/), la reencarnación de la crónica latinoamericana en sonidos a demanda.

Cuando Salvador Allende asumió la presidencia de Chile (1970-1973), narra el episiodio “La sala que era un cerebro”, trató de crear un sistema de redes para conectar todos los niveles del país (industria, economía, administración, educación, salud) de norte a sur, como si fuera el sistema nervioso del cuerpo humano (Allende fue médico de profesión). Esta analogía se materializó, gracias a Stafford Beer, en el proyecto cybersyn que, de haberse puesto en marcha, habría conectado a las personas en tiempo real, informado necesidades y promovido la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones públicas (tal como Allende lo había prometido en su campaña). Cybersyn rozó revolucionar la historia de Chile y la tecnología misma.

En el marco de la nacionalización de industrias como la del cobre o la banca, la pregunta sobre la CORFO (Corporación de Fomento de la Producción de Chile) era cómo manejaría el Estado estas nuevas empresas de forma eficiente. Y es que la idea de la centralización (de manera que el presidente quedase como figura principal) estaba descartada al servicio de la democratización y participación política.

Pronto se pusieron en marcha las nociones de cibernética organizacional de Beer, pero les hacía falta algo vedado por Estados Unidos por el bloqueo comercial: tecnología. Fue entonces cuando se hizo uso de 500 máquinas télex (algo similar a un telégrafo y fax) que se distribuyeron por todas las fábricas estatales de manera que, al estar interconectadas, todo lo que se tecleaba en un aparato se transmitía al otro, permitiéndose la comunicación de documentos. Más tarde, Carlos Senna creó cyberstride, un programa de análisis de datos que se encargaría de automatizarlos, de realizar predicciones a corto plazo sobre necesidades y crear alertas que llegarían directamente a las fábricas y, por supuesto, al cerebro del sistema: la sala de siete sillas.

Muchos criticaron a cybersyn como máquina de control de los trabajadores. Otros, en cambio, pensaron que traería consigo la libertad y la autonomía de la clase obrera. Pero solo resultaron especulaciones sobre el pasado. Lo que sí está claro es que el elemento más poderoso del proyecto fue la idea de poner la cibernética al servicio de una sociedad más igualitaria.

*Por Maribel Arenas, texto realizado en el marco del Taller de Comunicación de la Ciencia, Licenciatura en Comunicación Social, Departamento de Ciencias Sociales.

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